Todos los cristianos deben creer en la doctrina de la elección, porque la Biblia la enseña claramente. En lo que no todos están de acuerdo es si la elección de Dios es condicional o incondicional. En otras palabras ¿depende la elección de que nosotros cumplamos con ciertas condiciones, o depende enteramente de la soberana voluntad de Dios?
Los reformados creemos que la elección de Dios es totalmente incondicional, es decir que no hay ninguna condición previa para que seamos elegidos por Dios para salvación; mientras que los arminianos enseñan que las personas son elegidas por Dios si cumplen ciertos requisitos. En la mayoría de los casos, los que enseñan una elección condicional afirman que Dios eligió en base al conocimiento previo que Él tiene del futuro, incluyendo las acciones y respuestas del hombre.
Según ellos, Dios vio de antemano quiénes responderían adecuadamente al evangelio y a esos eligió. De manera que de acuerdo a esta enseñanza la elección de Dios depende de la condición de que yo crea. Como Él sabe de antemano que voy a creer entonces me elige.
Unos de los textos favoritos de los que enseñan la elección condicional es Rom. 8:29-30: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”. Según este texto Dios predestinó para salvación a aquellos que había conocido de antemano. Pero ¿significa esto acaso que Dios predestinó a aquellos que Él sabía de antemano que habrían de creer en Cristo? No realmente.
La palabra “conocer”, tanto en hebreo como en griego, no se refiere meramente a un conocimiento intelectual, sino que puede usarse para denotar un amor soberano. Por ejemplo, en Amos 3:2 Dios le dice a Israel: “A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra”; obviamente este texto no quiere decir que Dios desconociera la existencia de los egipcios, o de los babilonios, sino mas bien que, de todas las familias de la tierra en el antiguo pacto Él escogió a Israel para que fuera Su especial tesoro. De manera que el progreso de la cadena que Pablo plantea en Romanos 8 es el siguiente: a todos los que conoció (o amó soberanamente), predestinó; a todos los que predestinó, llamó; a todos los que llamó, justificó; y a todos los que justificó, a esos glorificó.
Noten que el llamamiento es colocado en esta cadena después de la predestinación. De acuerdo a los arminianos Dios predestina a los que Él sabe de antemano que responderán positivamente a Su llamado. De acuerdo a Pablo, Dios llama eficazmente a aquellos que Él predestinó para que sean salvos. No todos los hombres son predestinados para recibir este llamado eficaz que precede a la justificación. Eso es evidente porque todos los llamados son justificados, dice Pablo; pero nosotros sabemos que no todos los que reciben el mensaje del evangelio y son llamados al arrepentimiento responden positivamente.
Y ¿cuál es el medio a través del cual los pecadores son justificados? La fe. La secuencia de Romanos 8:29 es entonces el siguiente: el primer eslabón es el amor soberano de Dios, el segundo es la predestinación, el tercero es el llamamiento eficaz, y el cuarto es la fe que justifica. No son predestinados los que creen, sino que creen los que son predestinados.
Eso lo vemos claramente en otro de los textos favoritos de los arminianos: 1Pedro 1:1-2: “Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas”.
La palabra “presciencia” significa “conocimiento previo”; de manera que Pedro está diciendo aquí algo similar a lo que Pablo dice en Romanos 8:29: “A los que antes conoció”. Es obvio que no se refiere al hecho de que Dios eligió a los que Él sabía de antemano que obedecerían al llamado del evangelio, porque Pedro enseña más bien que tales personas obedecen al llamado porque fueron elegidos: “elegidos según la presciencia de Dios Padre… para obedecer”, no porque Él sabía que iban a obedecer. Esto concuerda con la declaración de Pablo en Ef. 1:3-5 de que fuimos predestinados “según el puro afecto de Su voluntad”.
“La salvación es de Jehová”, dice en Jonás 2:9. Él la diseñó de principio a fin, Él la ejecutó en la historia de la redención, Él la aplica soberanamente en el corazón de cada pecador que se arrepiente y cree. Fue precisamente considerando todos los aspectos envueltos en la historia de la redención que el apóstol Pablo exclamó en Romanos 11:36: “Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas”. La única conclusión posible es: “A Él sea la gloria por los siglos. Amén”.
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