Todo verdadero creyente anhela crecer y madurar espiritualmente. De hecho, es muy probable que muchos puedan identificar algunas áreas específicas en las que desean ver cambios significativos en este año que recién empieza. Pero también es posible que algunos se sientan un poco frustrados antes de empezar, porque en “Eneros” anteriores han comenzando el año con los mismos propósitos y el mismo deseo de cambiar, pero el resultado no ha sido satisfactorio.
Puede ser que el problema radique en el hecho de haber comenzado a edificar sin haber puesto primero el fundamento que habría de soportar ese edificio. Así que permítanme establecer la base que sostiene el crecimiento del cristiano.
No podrás experimentar verdadero crecimiento en gracia a menos que poseas un claro entendimiento de que has sido plenamente aceptado en la presencia de Dios por causa de la justicia perfecta de Su Hijo y Su obra redentora en la cruz del calvario (justificación); así como un claro entendimiento de que ahora Dios tiene como propósito en tu vida hacerte cada vez más semejante a Su Hijo (santificación).
Para hacer avanzar este proceso de cambio en tu vida Dios usa básicamente tres cosas: las disciplinas espirituales, las circunstancias difíciles y las relaciones personales (debemos recibir las circunstancias difíciles, no como intrusos que se interponen en nuestro crecimiento, sino como instrumentos escogidos por Dios para transformarnos). Pero en este artículo voy a enfocar únicamente las disciplinas espirituales, que son los instrumentos de cambio más directos que tenemos disponibles, ya que podemos escoger cuándo y cómo usarlos.
Es importante entender que estas disciplinas espirituales no son un fin en sí mismas, sino más bien un medio para lograr un fin: ser cada vez más semejantes a nuestro Señor Jesucristo. Tampoco nos ganan méritos delante de Dios, sino que nos ayudan a centrar nuestras vidas en Cristo, quien es en realidad el que produce el cambio en nosotros.
Probablemente recuerdes la película Rocky (me refiero a la primera); yo la vi cuando tenía unos 16 años de edad. Recuerdo que muchos salíamos del cine queriendo ser como él, pero no estábamos dispuestos a seguir la misma disciplina de ejercicios que él. Y lo mismo ocurre con muchos cristianos en su vida espiritual. Leen una buena biografía, o escuchan una buena predicación, y sienten algo similar a lo que nosotros sentíamos al escuchar la música de Rocky, mientras hacemos resoluciones heroicas: “Voy a leer la Biblia en un año, y memorizar un versículo todos los días, y voy a orar por lo menos media hora cada mañana, y ayunar todos los jueves, y ofrendar más del 10 %”. Pero después de un tiempo la música inicial comienza a desvanecerse y todos esos buenos propósitos se van quedando atrás. Necesitamos desarrollar en nuestras vidas nuevas capacidades en nuestro carácter, y eso solo puede hacerlo el Espíritu Santo obrando en nosotros a través de las disciplinas espirituales.
Como bien señala Donald Whitney: “Estas prácticas se llaman ‘disciplinas’ porque requieren nuestra participación deliberada en entrenar por el propósito de la piedad. Se les llama ‘disciplinas espirituales’ porque su efectividad depende de la obra de gracia del Espíritu de Dios”.
De ahí las palabras de Pablo a Timoteo: “Ejercítate para la piedad” (1Tim. 4:7).
Y en 1Cor. 9:24-27 comparte una idea similar: “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.
Y lo mismo encontramos en otros textos de las Escrituras, como He. 12:1-2 o Fil. 3:13-14.
No hay atajos para el crecimiento espiritual. “La formación del carácter espiritual en nosotros es un proceso que dura toda la vida, y las disciplinas espirituales son medios que nos ayudan en ese proceso” (Donald Whitney).
En un próximo articulo espero hablar un poco más de cómo practicar las disciplinas espirituales y cómo operan en nuestras vidas para ayudarnos a crecer espiritualmente.
Fuente: https://blogs-es.thegospelcoalition.org/sugel-michelen/